En la Quimera

Intento de cuentos breves fantásticos e irreales.

Por Lolo


Yo sabía que el tren iba a descarrilar. Iban a morir 127 personas en el accidente. La formación iba a salirse de las vías en el kilómetro 27, a la altura de un pueblo llamado Lorne. El mal estado de las vías en el cruce de un vado ocasionaría la tragedia.

Me subí y me senté en el noveno vagón, en la octava fila del lado izquierdo. A mí lado estaba sentada una mujer de buen aspecto. Lucía un poco apurada para ser las siete de la tarde. Debería tener unos cuarenta años. Iba a morir en el accidente. Tal vez, si hubiera sabido su destino, no habría estado tan apurada.

Cuando sonó el silbato sentí un escalofrío. El rugido de la locomotora podía escucharse y pronto la formación se puso en movimiento. Ni el punto de partida ni el de llegada importaba. Sólo importaba Lorne.

La mujer me miró e indagó “¿vos viajás solo?”. Sólo atiné a mover mi cabeza de un lado a otro y luego girar hacia la ventana, para que no me hiciera más preguntas. Seguramente le extrañó ver a un niño de siete años sentado sólo en el tren.

Faltaban pocos metros para el descarrilamiento. Entrelacé mis manos. Imaginé la vía del tren e hice que cediera cuando comenzó a pasar la locomotora. El convoy comenzó a virar hacia un costado, y comenzaron los gritos desesperados dentro de los vagones. Los lamentos eran descomunales. Pronto, el tren comenzó a incendiarse mientras cada vagón iba hundiéndose contra el otro.

Desde mi ventanilla podía ver todo el accidente. Cuando faltaba poco para que el noveno vagón colisionara con el octavo, simplemente salí y me paré sobre el terraplén, a salvo. Todo ocurrió, como ya les dije, en el kilómetro 27, en el poblado de Lorne. Era el mismo lugar donde en un accidente férreo había perdido mi vida. Hace siete años.

en la quimera

Todos tenemos nuestras quimeras. Esos relatos fantásticos o irreales, o donde se mezcla lo real con lo increíble, la vida con la muerte. Este espacio es apenas eso, un intento de explorar nuestras quimeras.

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