En la Quimera

Intento de cuentos breves fantásticos e irreales.

Por Nico




Galopa veloz y pesado el caballo. Su armadura lo hace mas grande de lo que realmente es. Sus bramidos despiden grandes bocanadas de vapor en el aire frío y húmedo de la madrugada.

El jinete exhibe su espada majestuosa cortando el aire a su paso. Arremete contra los primeros guerreros en el desolado campo de batalla. Tumba a algunos al chocarlos y a otros los derriba blandiendo su espada a derecha e izquierda, cortando armaduras y carne, mezclando sangre tibia con antiguos vestigios de sangre de anteriores batallas.

Una flecha alcanza su pierna derecha a la altura del muslo. Siente el caliente latigazo en medio del galope. Sabe lo que es, pero no detiene su marcha. La adrenalina se apodera de su ser y bloquea todo dolor. Derriba otro guerrero quien solo consiguió rayar la armadura del caballo con su espada.

Otra flecha traza una parabola perfecta en el aire y se introduce en el pecho del caballo. Sus patas se traban y comienza a caer hacia adelante. Las patas traseras se despegan del suelo. El jinete es empujado hacia arriba. El caballo cae golpeando con la cabeza y el cuello contra el suelo. El jinete aterriza dando vueltas y golpeando varias veces con los brazos, cabeza, espalda y piernas en el duro suelo.

Tiene muchos de sus huesos rotos, pero no siente nada. Ya ha muerto.

El caballo lanza al cielo su último relincho y deposita suavemente su cabeza en el suelo. También muere.

Tras los restos del caballo y del jinete se acerca al galope el resto de la caballería. Pasan por los lados y por arriba de los cadáveres sin prestarles demasiada atención. Continúan su legado.

Mas tarde todos los jinetes han muerto. Se han llevado consigo a la mitad de los arqueros y a un buen número de guerreros.

El monarca resguardado tras medio ejército, ordena al resto de los espadachines a posicionarse. Tras estos, envía a sus arqueros.

El enemigo diezmado comienza su retirada. La caballería retrocede apurada y se separa. La mitad se dirige a proteger al rey. La otra mitad se aleja en dirección contraria. Los pocos arqueros que quedan, siguen los pasos de los caballos huyendo hacia el este.

Es la última oportunidad del atacante, quien dirige espadachines y arqueros en pos del rey. Va ganando terreno. A cada paso su ego se duplica. Sabe que ganará.

De pronto una lluvia de flechas diezma la defensa del atacante. Se puede ver a los caballos y arqueros que huían, atacando por el flanco izquierdo. Inmediatamente ordena a todos sus soldados volver, pero es tarde. La caballería enemiga llega antes.

El jugador baja los brazos, y con eterno ademán de desilusión, voltea la pieza más importante de toda la partida.

Jaque Mate.

en la quimera

Todos tenemos nuestras quimeras. Esos relatos fantásticos o irreales, o donde se mezcla lo real con lo increíble, la vida con la muerte. Este espacio es apenas eso, un intento de explorar nuestras quimeras.

¡Bienvenidos!

seguidores