En la Quimera

Intento de cuentos breves fantásticos e irreales.

Por Lolo


La heroína de las alturas hacía danzar las nubes con ritmo hipnótico mientras avanzaba veloz desde una cordillera a la otra. Su cabello liso y oscuro contrastaba con los destellos de sol que se filtraban por medio de los nimbos.

Algunos días descansaba en las cavernas del Este, desde donde miraba los cielos diáfanos despojados de vapores. Cuando llegaba el momento, descendía hasta el lago de los Antiguos, giraba y despertaba una tromba con la que luego jugaba en medio de las cordilleras, a veces convirtiéndola en tormenta nieve, a veces en copiosos aguaceros, y a veces en sólo una amenaza gris en las cumbres.

La fuerza de la heroína de las alturas era inexplicable. Los lugareños la amaban tanto como la odiaban. La endiosaban y la demonizaban con la misma facilidad que la heroína convertía en escombros las construcciones de los lugareños con un fuerte chubasco.

Los lugareños no encontraron nunca la forma de complacerla y hacer que sus acciones favorecieran sus sembradíos. Es que ella no actuaba por mandato, sino por sus instintos de preservación de la vida en las cordilleras, que incluía a los lugareños y a la diversidad de especies que habitaban el lugar.

Alguna vez intentaron sacrificios de animales, plegarias, danzas implorando que pare el aguacero, entre otros ritos. Pero la heroína ni siquiera notó tales esfuerzos. Ella actuaba por instinto de preservación, no por supercherías.

Y cuando el suelo crujía por la sequía, volvían a la carga con los rosarios de ritos que, no cabía duda, no servían para nada. La heroína de las alturas simplemente descansaba en un otoño luego de un verano borrascoso.

Cuando volvía el agua a los campos, los lugareños repetían sus sacrificios agradeciendo las bondades de la heroína. Gestos que ella jamás vio. Ella actuaba por instinto de preservación. Así de simple.

Un día, la heroína decidió inundar el valle entre las cordilleras, envolviéndolo en la borrasca jamás vista en la historia y acabar con todo vestigio de vida. Todos los lugareños, los árboles, los animales y otras formas de vida se extinguieron al paso del feroz vendaval de agua. Es claro: ella actuaba por su instinto de preservación.

en la quimera

Todos tenemos nuestras quimeras. Esos relatos fantásticos o irreales, o donde se mezcla lo real con lo increíble, la vida con la muerte. Este espacio es apenas eso, un intento de explorar nuestras quimeras.

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