En la Quimera

Intento de cuentos breves fantásticos e irreales.

Por Nico


El mar era el mismo de siempre. Cien años después, todo seguía igual. La costa no había cambiado, las palmeras parecían ser exactamente las mismas, el oleaje era idéntico que en aquel tiempo, el olor, la luz, la sensación. Todo era igual.

Una larga hilera de pisadas quedaban tras de mi. Estaba solo. Volvía a estar solo.

Recordaba perfectamente la primera vez que fui a aquel sitio. Me recordaba mucho más impaciente, más nervioso. Esta vez ya no tenía tanto miedo. Sabía a qué me enfrentaba.

La larga caminata por la playa terminaba en un gran círculo de sal, donde se encontraba el jefe, sentado en el centro, mirando hacia el mar. Íbamos a charlar lo mismo que hace cien años atrás: el balance y la proyección para los próximos cien años. Pero esta vez fue distinto. El jefe quería hablar de mí. Lo sabía desde antes de llegar. Todo lo que el jefe quería que sepamos, nos lo hacia saber sin necesidad de hablar.

Al llegar, lo vi igual que hace cien años. La cabellera le colgaba de la nuca hasta la mitad de la espalda. Estaba desnudo, sentado en una pequeña esterilla con las piernas cruzadas hacia adelante.

Al sentirme llegar, el jefe giró su rostro en mi dirección. Sus ojos tan blancos como hace cien años se posaron sobre mí, y casi al instante el anciano comenzó a hablar.

-Voy a necesitar que me reemplaces. Mi tiempo en los mundos ya se está acabando. Durante los próximos cien años recibirás el entrenamiento necesario.
-Sabe el jefe que mi deseo es otro.
-Sí. Pero de todas formas serás mi reemplazo.

Sabía perfectamente lo que esto significaba: cientos de años en soledad atendiendo las demandas de las gentes de los mundos. Eso nadie lo quería. Entonces, el anciano se levantó de su postura de siempre, se acercó a mí, y me susurró al oído el motivo que lo llevo a él a aceptar tan sacrificado puesto.

Ahora que el jefe me lo dijo, conozco la verdad de todo y no puedo hacer otra cosa que esperar. Trabajo en controlar mi ansiedad, pues estos cien años son los más largos que he vivido, parecen no terminar más. El puesto del jefe me pertenece por derecho. Y no puedo dejar que nadie se adelante.

en la quimera

Todos tenemos nuestras quimeras. Esos relatos fantásticos o irreales, o donde se mezcla lo real con lo increíble, la vida con la muerte. Este espacio es apenas eso, un intento de explorar nuestras quimeras.

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