En la Quimera

Intento de cuentos breves fantásticos e irreales.

Por Nico


La Caverna del Rey Kopmo fue conocida como uno de los mayores mitos de la historia. Existen muchas teorías - basadas en los comentarios de los indígenas de la zona - acerca de su paradero, pero ninguna excavación ha podido dar con ella. También hay historias.

Se cuenta la historia de un explorador, que había conseguido llegar hasta el corazón mismo de la caverna sin siquiera darse cuenta. Se dice que allí encontró tres puertas en medio del habitáculo. Tres inmensas puertas de madera maciza que se alzaban desde el piso hasta el techo, pero que no tenían nada atrás ni a los costados. Cada puerta estaba marcada con una insignia grabada a fuego: una rosa, una silla y una espada. En el centro mismo de cada puerta, había un reluciente pomo de oro.
Dicen que el explorador se acercó a la primer puerta, la de la rosa.

Estando a menos de dos metros de la puerta, noté el verdadero tamaño que tenía. La puerta doblaba mi altura. Pude ver mi reflejo en el inmenso pomo dorado, y pude sentir cómo comenzaba a vibrar. No quise detenerme ahí, aunque el corazón me lo pedía a gritos. Seguí adelante. Cuanto más me acercaba a la puerta, más vibraba el pomo. Estando ya a unos veinte centímetros, posé todo mi peso sobre la pierna izquierda y me incliné hacia ese lado para comprobar que realmente no había nada tras la puerta, pero pese a no ver nada, sentía dentro de la puerta que algo se estaba despertando. Algo estaba pasando tras aquella puerta y no podía irme sin averiguarlo. Acerqué mi mano hacia el pomo que vibraba fuertemente. Comencé a sentir, en las yemas de mis dedos, el aire que se movía alrededor del pomo. De repente dejó de vibrar. Retiré mi mano exaltado y pude ver mi reflejo con gran detalle. Pude ver mi cara con los ojos abiertos de par en par, una gota de sudor que corría por mi frente hacia el centro de mis ojos, y la gorra vieja y desgastada cubriendo una creciente calva. Recuperado del sobresalto, posé rápidamente mi mano sobre la suave y fría superficie de oro. La puerta comezó a abrirse sola. Me retiré tres pasos hacia atrás, para que la puerta no me arrastre consigo, y luego de pocos segundos pude ver su interior.

El explorador no pudo creer lo que vió. Parado frente a él se encontraba el mismísimo Rey Kopmo que lo miraba fijamente a los ojos. Dio un paso atrás horrorizado por la extraña mutación que tenía frente a sus ojos, y en el mismo instante, el Rey Kopmo imitó el movimiento. El explorador levantó su brazo izquierdo como protegiéndose de cualquier ataque que pudiera recibir, y al mismo tiempo, el Rey hizo lo propio con el brazo derecho.

Comprendí en ese momento que lo que estaba viendo era mi reflejo. Detrás de aquella puerta, mi reflejo era el del Rey. De su cintura hacia abajo, crecían peludas y anchas, dos piernas de cabra, que terminaban en afiladas pesuñas blancas. De la cintura hacia arriba, un torso humano, excesivamente musculoso, y sobre el cuello, una negra e inmensa cabeza de cuervo. Realicé algunos movimientos para asegurarme que era mi reflejo, y fue entonces cuando, por el rabillo del ojo, pude ver un pico que salía de mi propia cara. Desvié la vista hacia abajo y vi las mismas piernas de cabra que veía en el reflejo dentro de la puerta.

La caverna comenzó a iluminarse, y comenzó a tomar vida todo a su alrededor. De la puerta que tenía la silla comenzaron a salir extrañas criaturas de mediano tamaño, que hacían una reverencia al pasar por su lado. De la puerta de la espada, comenzaron a salir criaturas más parecidas al Rey, con torzo y cabeza humanos y patas de cabra, armados con lanzas y escudos.
Esa era su servidumbre y sus guardianes.

Del explorador no se supo nunca más nada. Nadie lo volvió a ver, ni se han encontrado restos.
De todas formas, todos sabemos que es solo un mito.

en la quimera

Todos tenemos nuestras quimeras. Esos relatos fantásticos o irreales, o donde se mezcla lo real con lo increíble, la vida con la muerte. Este espacio es apenas eso, un intento de explorar nuestras quimeras.

¡Bienvenidos!

seguidores