En la Quimera

Intento de cuentos breves fantásticos e irreales.

Por Nico


El hombre caminaba delante mio. No había notado mi presencia. Su pantalón se arrugaba a la altura de sus rodillas a cada paso que daba. A cada paso que daba, yo me acercaba cada vez mas.

Caminamos así durante algunos minutos. El con su destino fijado, y yo en pos de él. La cacería no duraría mucho.

Nunca faltaron casos como este. Son siempre entretenidos. La soledad se disipa por apenas algunos minutos, esa persona que sigo y yo tenemos mucho en común... por algunos pocos minutos. Estos casos se daban cuando una persona, burlándose de su destino, escapa de mi varias veces. En este caso, fueron cuatro veces. La solución es la misma: cazarlos cuando menos lo esperan, agarrarlos de sorpresa, no darles tiempo a escapar nuevamente.

Las veredas de la avenida principal estaban atestadas de gente. Un sinfín de cabezas y colores se podian ver subiendo o bajando el tramo entre las calles San Martin y Belgrano. El inhumano ruido de vehículos, voces, celulares y maquinas varias, hacían de este cuadro, un perfecto caldo de cultivos para la locura. Sólo hacía falta cambiar el sonido, o solo bajar el volumen, la ciudad sola se expresa: una hermosa danza de colores, formas y sensaciones.

Por un momento lo perdí de vista. El corazón comenzó a galopar dentro del pecho. La preocupación se apoderó de mi. Miré en la dirección que llevaba el hombre, pero no estaba. Miré hacia los costados y tampoco. Hasta que por fin di con él. Estaba simplemente frente a mí. En la vereda del frente. Mirandome.

Podía sentir su mirada posada en mis ojos, podía sentir como su sangre corría por sus venas, podía sentir su respiración, podía oler su sudor, podía notar el suave meneo de su pelo en la brisa matinal.

Crucé la calle. El parecía querer hacer lo mismo, pero solo quedó parado. Pase por su costado y me paré tras él. Sus hombros bajaban y subían al ritmo de su respiración. Podía escuchar los latidos de su corazón. Sentía su preocupación y su miedo. Note cuando acercó su mano derecha al pecho. Comenzó a ejercer una fuerte presión sobre el lado izquierdo. Sus latidos eran una torpe batería de sonidos, algunos fuertes, otros débiles, otros ausentes. Entonces actué. Posé mi mano en su hombro derecho y al instante sentí como algo dentro suyo se quebró. Un fuerte chasquido resonó dentro de su pecho y al instante, el hombre que otrora había burlado mi habilidad, cayó rotundamente al suelo, despojado de cualquier signo de vida.

Me retiré dejando atras a la multitud que se amontonaba para ver el nuevo cadaver que yacía en el piso. Me retiré pensando: "no se sorprendan ni se asusten, mi trabajo es este. No traten de escapar. Sea donde sea, nos vamos a encontrar".

en la quimera

Todos tenemos nuestras quimeras. Esos relatos fantásticos o irreales, o donde se mezcla lo real con lo increíble, la vida con la muerte. Este espacio es apenas eso, un intento de explorar nuestras quimeras.

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