En la Quimera

Intento de cuentos breves fantásticos e irreales.

Por Nico


Todas las noches se repite el mismo sueño, desde hace varias noches.

Estoy en el fondo del patio. Un pasillo. Cuatro departamentos a mi izquierda, cuatro a mi derecha. Es de noche y el pasillo esta completamente iluminado. Se escucha un televisor lejano y un tanque de agua cargando. Estoy fumando. Al frente del terreno hay un enrejado azul y delante de él, la calle vacía y oscura. Me acerco al enrejado, me siento en un cantero. El mundo parece vacío. El televisor ya no suena. Un gato pasa por la calle y al llegar a la otra vereda apura su paso y desaparece entre arbustos. Se sienten pisadas de perro. Es un perro negro. Pasa por la calle sin notar mi presencia. No me muevo. La colilla del cigarrillo me quema los dedos, y sin pensarlo la arrojo a la calle. El perro se detiene, se dirige hacia la colilla aún encendida, la olfatea, levanta la vista y me mira. No me muevo. Levanta su labio superior y muestra sus colmillos. No me muevo. Larga un primer ladrido estridente en el silencio de la noche y agacha su cabeza sin desviar su vista. Le siguen otros dos ladridos, más fuertes que el primero. No me muevo. El perro emprende un galope en mi dirección con sus colmillos al aire. Un chorro de saliva se escapa entre la comisura de sus labios. No me muevo. La reja nos separa. El perro ladra cada vez más fuerte. Las luces del pasillo, a mis espaldas, le dan un color rojizo a sus ojos. La reja no esta. El perro salta en mi dirección con la mandíbula abierta de par en par y muerde. Y yo no me muevo.

Todas las noches. No me muevo. Excepto esta noche.

El perro ladra, se agacha y corre hacia mí. La reja nos separa. Yo estoy sentado en el cantero. Los brazos me cuelgan pesados a mis costados. El perro está tras la reja. Me inclino hacia adelante y me pongo de pie. El perro calla, esconde los colmillos, retrocede un paso y se sienta sobre sus patas traseras. Nos miramos durante unos segundos. Luego hablo.

-¿Por qué?-

El perro no hace más que mirarme

-¿¡¡¡POR QUEEEE!!!?-, grito.

El perro se levanta, da media vuelta y comienza a caminar. Un ataque de ira invade mis pensamientos. Quiero saltar sobre él, alcanzarlo, morderlo, matarlo. Pero la reja nos separa, esa misma que noches atrás desaparecía. El perro continúa su marcha inicial sin prestarme atención hasta que lo pierdo de vista.

Esta noche me quedo en mi sueño esperando que la reja desaparezca. No pienso moverme de aquí. Esta noche me quedo aquí.

en la quimera

Todos tenemos nuestras quimeras. Esos relatos fantásticos o irreales, o donde se mezcla lo real con lo increíble, la vida con la muerte. Este espacio es apenas eso, un intento de explorar nuestras quimeras.

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