En la Quimera

Intento de cuentos breves fantásticos e irreales.

Por Nico


Estabámos todos preparados, expectantes. El doctor Buyanovsky era, por ser el jefe del proyecto, quien tendría los honores. Su larga barba blanca llegaba hasta el primer botón de su inmaculada bata, y sus arrugados ojos podían ver mucho mas allá de lo que el común de la gente podía ver. Notaba el nerviosismo que había en el ambiente y retrasaba la puesta en marcha de aquella máquina para aumentar la expectativa. Lo disfrutaba.

El público presente no superaba las 25 personas. La mayoría éramos participantes en el proyecto, y el resto, representantes gubernamentales y militares.

Cuando el murmullo creció lo suficiente, como para dejar de considerarlo murmullo, el doctor se posó junto a la máquina y levantó un brazo para conseguir atención. El silenció llegó súbitamente. Repasó cada uno de los rostros presentes y comenzó su discurso:

- Como todos aquí sabemos, el planeta Terracot, descubierto hace ya cuatro años, alberga una especie de vida inteligente. Nuestra misión, desde aquel tiempo a esta parte, ha sido construir esta máquina que aquí ven, con un único motivo: destruirlos, por la seguridad de todos.

Algunos asentían con la cabeza el resto simplemente miraban el aparato como si no pudieran quitarle los ojos de encima. El doctor no dio importancia a los rostros inmóviles que tenía frente a él, y continuó:

- Se ha demostrado que la especie es extremadamente peligrosa en todo sentido, y si dejásemos que viva, probablemente en algún momento de la historia, ellos lanzarán la primera piedra.

Luego, sin dudarlo un instante, posó su mano sobre un gran interruptor en la consola, y lo accionó. De a poco comenzó a sentirse un zumbido y algunas luces del exterior del inmenso armatoste, empezaron a parpadear. Luego el zumbido se hizo mas fuerte y una gran placa, de un extraño cristal, colocada en la parte superior iluminó el techo del gran galpón con diferentes tonalidades de azul. Casi gritando, el eminente físico prosiguió:

- En breves instantes, la placa de prolixetino alcanzará la temperatura, presión y vibración necesarias para su fundición y el gas expedido en ese instante mismo, contaminará la atmósfera de nuestro planeta tal como lo conocemos ahora.

Algunos recuperaron la conciencia y miraron directamente aquellos arrugados ojos, poniendo cara de no comprender lo que estaba diciendo. Otros continuaban viendo la máquina. Luego el doctor, finalizó su discurso:

- Noto incomprensión en algunos rostros. El asunto es muy sencillo: mi misión ha sido exterminar una especie peligrosa... pues bien... he elegido la exterminación de la especie mas peligrosa que se podría haber elegido en...

en la quimera

Todos tenemos nuestras quimeras. Esos relatos fantásticos o irreales, o donde se mezcla lo real con lo increíble, la vida con la muerte. Este espacio es apenas eso, un intento de explorar nuestras quimeras.

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