En la Quimera

Intento de cuentos breves fantásticos e irreales.

Por Lolo


Fernando trabó la puerta del departamento con prisa, pues ya eran las 6.50 y tenía que llegar, sin demoras, a las 7.15 a la oficina. Se subió el ascensor y usó, como todos los días, los espejos para fijarse si lucía bien o si en el apuro había quedado despeinado o con algún resto de pasta dentífrica. Con todo en orden, se bajó del ascensor y cruzó el portón principal del edificio y miró el reloj. Marcaba las 6.45.

Se alivió por saber que tenía más tiempo para caminar las 10 cuadras que lo separaban de la oficina. Disminuyó un poco el ritmo y repasó mentalmente las tareas que le habían quedado pendientes del día anterior.

Cruzando la plaza principal de la ciudad, el reloj marcaba las 6.40. Confundido, miró su reloj, que marcaba la misma hora. “Creo que me levanté más temprano de lo que pensé”, se conformó y siguió caminando.

Al ingresar al complejo, el fichaje marcó las 6.30 y, ya preocupado, volvió a cotejar con su reloj, que sostenía la misma hora que el fichero. La claridad crepuscular que anuncia la salida del sol dejó paso a la noche, mientras Fernando se quedó atónito mirando como su reloj retrocedía.

En la oficina no había nadie. Ni un alma podía explicarle qué estaba pasando. Repasó los momentos desde que salió de su edificio hasta llegar al complejo y notó que no se había cruzado con nadie en la calle. No había personas.

Preocupado, salió a la vereda. La madrugada era directamente una noche cerrada.

Asustado, volvió a su departamento. Subió al ascensor. Su cara denotaba fatiga y temor. Entró al departamento y semidormido se acostó y se durmió pensando en qué era lo que tenía que hacer ayer. Eran las 5.30.

en la quimera

Todos tenemos nuestras quimeras. Esos relatos fantásticos o irreales, o donde se mezcla lo real con lo increíble, la vida con la muerte. Este espacio es apenas eso, un intento de explorar nuestras quimeras.

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